Alonso Cano - La Inmaculada.

Esta escultura, tallada en madera de cedro entre 1655 y
1656 y de tan sólo 55 cm de altura, es posiblemente la escultura
más importante de Alonso Cano y del Barroco español andaluz. Fue
realizada para rematar el gran facistol catedralicio, diseñado por el
propio Cano, aunque su extremada belleza hizo que el cabildo
decidiera trasladarla a la sacristía para facilitar su contemplación.
Su autor busca   la perfección,   el equilibrio y la idealización de los
barrocos españoles, sustituyendo el dramatismo por la serenidad.


Hay que resaltar la serenidad de esta pequeña escultura, cuya
verticalidad  se ve compensada por la pequeña torsión de su
cuerpo, el giro de la cabeza y la posición de las manos unidas y
desplazadas hacia la izquierda. Alonso Cano renuncia a la
utilización de gestos pronunciados. El tratamiento minucioso.
Hay que resaltar la serenidad de esta pequeña escultura, cuya
verticalidad  se ve compensada por la pequeña torsión de su
cuerpo, el giro de la cabeza y la posición de las manos unidas y
desplazadas hacia la izquierda. Alonso Cano renuncia a la
utilización de gestos pronunciados. El tratamiento minucioso del ropaje de la Virgen cuyo
dinamismo concede a la figura un gran sentido de ascensionalidad.
 del ropaje de la Virgen cuyo dinamismo concede a la figura
 un gran sentido de ascensionalidad.